El avance de las tropas nacionales quedó detenido cuando el
ejército republicano, tras recibir nuevo armamento, reorganizó desde Cataluña
sus unidades y desencadenó un poderoso ataque sobre el río Ebro en la provincia
de Tarragona. Las autoridades republicanas eran conscientes de que la situación
bélica era ya plenamente desfavorable. Su única esperanza era reconquistar el territorio
y volver a unir las dos zonas.
La batalla del Ebro fue uno de los mayores episodios
militares de la guerra. Empezó el día 25 de julio de 1938 con un ataque
republicano que cruzó el río Ebro entre Benillafet y Mequinenza y conquistó
poblaciones como Ascó, Mora de Ebro, Flix… Desde esta región , avanzaron hacia
el interior y se hicieron fuertes en la zona de Gandesa, donde lograron
resistir unos meses.
Franco envió refuerzos, incluida la aviación alemana e
italiana, y consiguió detener el ataque. Luego contraatacó y, a principios de
noviembre, los republicanos tuvieron que
replegarse en la otra orilla del río mientras el ejército nacional avanzaba
ocupando todo el sur de Tarragona y cruzando el río Ebro por su desembocadura.
El 16 de noviembre se dio por acabada la batalla. El 26 de enero el ejército
nacional entraba en Barcelona sin resistencia.
Exiliados
Una marea de exiliados avanzaba hacia el Norte. Con la caída
de Girona se produjo la huida hacia Francia de miles de refugiados, entre ellos
Negrín (jefe de gobierno) y Azaña (presidente).
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